Partimos del grupo, un círculo de confianza y seguridad donde establecer un vínculo que sirva para desatarnos de la dominación que ejercemos y responsabilizarnos individual, grupal y colectivamente. Es un espacio no de urgencia sino de profundización de nuestras violencias como vía para un crecimiento y transformación personal.

Buscamos la experiencia de cada persona y de su propio recorrido por tal de buscar los puntos comunes en todos los integrantes. Hacernos cargo de nuestra biografía de la violencia, como nos atraviesa en nuestras vidas.

La principal herramienta será la palabra, para ir tejiendo un relato y un trabajo con ésta, tanto en grupo abierto como en pequeños grupos, trabajando en parejas o triadas.

También queremos trabajar con el cuerpo, con dinámicas y ejercicios corporales que nos pueden permitir tomar consciencia desde otro lenguaje de nuestra posición de poder, de cómo mantenemos el control en nuestras relaciones y de las estrategias de regulación emocional. En este sentido, se utilizará el juego, trabajo plástico, escénico, debates, relajaciones, visualizaciones, escritura, lectura compartida de textos, etc.

Propondremos una salida anual o residencial para profundizar en el trabajo.

Nosotros como hombres tenemos la impronta de la violencia en nuestras vidas. Os queremos proponer acompañarnos juntos en un camino de desatarnos de esta violencia patriarcal y redefinir nuestro poder y nuestra fragilidad. Este grupo de hombres es una oportunidad para revisar a un nivel profundo esta impronta, abordar esta incomodidad y confiar en un camino de transformación entre hombres.

La violencia es una experiencia que nos atraviesa a todos y todas. Es una estrategia de dominación y regulación basada en el poder y, por lo tanto, hay que explorar e identificar que grado de dominación podemos ejercer. No siempre somos conscientes y, por lo tanto, en nuestros vínculos y redes afectivas podemos estar ejerciendo esta violencia en muchos niveles. Los hombres, socializados dentro de la masculinidad hegemónica, tradicionalmente hemos ejercido una violencia sistemática hacia las mujeres y hacia otros colectivos no normativos, pero también hacia otros hombres y a nosotros mismos.